NECESITARÁ UN BARCO MÁS GRANDE...

12.10.2012 12:29


Os había prometido hablar del gobierno, de “Tiburón” y de “Jazz y chistes”. Y aunque cada uno de estos temas, por un motivo o por otro, es capaz de ponerme los pelos de punta, he decidido empezar por “Tiburón”. Y si he decidido empezar por la película de Spilberg, es porque a mí, con doce o trece años, me provocó algo que todavía hoy arrastro por las aguas del mundo.

Tiburón se estrenó en España en diciembre de 1975. O sea que imagino que sería por esa época cuando la vi. Yo tenía pocos años y mucha playa.

Siempre he tenido mucha playa encima y ahora que lo pienso, siendo como soy un inconstante compulsivo, creo que esa ha sido la única constante en mi vida. Soy tan playero como la arena y el agua.

 

Volvamos al pasado. Recuerdo que con ocho o diez años mi mayor ilusión era nadar mar adentro hasta que me cubriese lo suficiente como para no hacer pie. El encontrarme solo, donde la gente no llegaba, viendo o no viendo el fondo, hacía que me sintiese bien.

El mar era mi casa y como tal me daba cobijo. No me gustaba el fútbol, no me gusta el monte y no me gusta la montaña. Esta es una afirmación muy tajante y no es totalmente cierta. Me gusta el monte, los árboles, los pajaritos y las flores pero soy muy vago para subir cuestas. O sea, que me gustan los montes cercanos y lisos. Los montecitos a los que llegas dando un paseo, es decir, las llanuras. Mi mayor problema es que el monte y la montaña no tienen mar. Es una lástima. Los ríos, piscinas, embalses, balsas y charcos grandes también me encantan. Cualquier sitio donde me pueda bañar es mi paraíso. En alguna otra vida debí de ser rana. Bueno, sapo…

 

Fui a ver Tiburón solo. Y solo me enfrenté al monstruo y a la caída del mar. El mar, ese sitio en el que yo me bañaba, chapoteaba, jugaba y saltaba alegre y despreocupado, dejó de ser un sitio amable y se convirtió en un lugar donde los tiburones nadaban alegremente esperando a algún inocente niño que les sirviese de desayuno. Y ese niño era yo. Nunca me he vuelto a bañar igual. Nunca he vuelto a sentir aquella libertad. Tiburón me hizo más daño que saber la verdad sobre los Reyes Magos.

Hace un par de semanas,  en una cristalina playa del Mediterráneo nadé y nadé y nadé mar adentro. Me paré y miré hacia abajo. Mis piernas colgaban ingrávidas, moviéndose dulcemente al arrimo del mar y de los brillos del sol. El fondo se veía al fondo, muy abajo, donde yo sabía que no podía llegar. Aun así lo intenté por esa maravillosa sensación que produce bajar hasta llegar a la arena, hundir la mano, cerrar  el puño y subir rápidamente hacia la luz mientras notas como la arena resbala entre tus dedos.

Al  subir vi, o imaginé, una sombra. Para ser más exactos vi una sombra e imaginé un animal grande y feo. Con dientes. Con ganas de desayunar.

Como la playa estaba a muchos metros y no tenía a nadie a la vista me tumbé haciendo el muerto. Vista mi situación me pareció lo más lógico…

Naturalmente el tiburón no apareció o no tendría hambre. Ni se lo pregunté ni ganas me quedaron. Nadé hasta la orilla batiendo varios récord olímpicos y hasta el siguiente baño o el siguiente tiburón.

 

No, está claro que el mar para mí ya no es lo mismo.

 

La película tiburón es una EXCELENTE película. Un clásico. Para mí, sin ninguna duda la mejor película de Spielberg. Todos, o casi todos, la hemos visto pero muchos la hemos olvidado. Y cuando digo olvidado me refiero a que hemos olvidado lo buena que es. Antes de ver el fragmento que he elegido, haz un poco de memoria. Recuerda. Recuerda esa increíble música. Posiblemente una de las mejores de la historia del cine. Jonh  Williams, un genio inigualable, es el compositor de esta banda sonora. Sin ella “Tiburón” sería “Nemo”.

Escúchala entera. No llega a cuatro minutos. Y serán cuatro minutos de tu vida muy bien empleados.

 

 

Perdón me he equivocado. He estropeado unos segundos de tu existencia pero no me negarás que el tiburón que acabas de escuchar da más miedo que el de la película.

La buena, la toma buena, como podrás comprobar, es esta. Lamento el error. No era mi intención…

 

 

Y aquí te dejo el trailer por si te entra el gusanillo y quieres ver la película completa. Ver tú, tú y tu mujer, tú y tu marido, tú y solo tú. De tus hijos no he dicho ni una palabra. Yo está claro que no vi el trailer y no leí la frase final.

 

 

“Cuando se estrenó, "Tiburón" supuso un éxito sin precedentes, ya que se convirtió en la película más taquillera de la historia en el momento de su estreno (1975) y sentó las bases del actual cine de suspense, convirtiéndose en un fenómeno tanto cultural como psicológico que provocó casos de reales de selacofobia, miedo irracional a los tiburones”.

 

Si piensas, después de leer todo lo anterior, que yo soy un selacófobo estás equivocado.

La selacofobia es el miedo irracional a los tiburones. Mi miedo no es irracional. Es totalmente racional.

¡ Si he visto “Tiburón”!

 

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Para superar este trauma infantil, juvenil y adulto suelo escuchar alguna vez que otra algo de Jazz. Y para hacerlo suelo descargar diferentes programas de esta página.

https://www.ivoox.com/#

 

Imagino que la conocéis pero si no es el caso podéis echarle un vistazo. Hay de todo y para todos. Hace unos meses descargué lo siguiente:

 

 

 

No te puedo decir mucho más o no te quiero decir mucho más. Una de las dos cosas. Yo me he reído mucho pero ya sabes que cada uno es como es, y el humor es tan particular como los equipos de fútbol. Los chistes son malísimos pero la historia del negro, el asesino y la puta que se muere de vieja, no tiene desperdicio. Si te atreves, tienes tiempo, te gusta un poco, aunque solo sea un poco el jazz, y quieres oirlo con pulsar el play será suficiente. Déjalo de fondo, ponte un Cointreau con hielo, relájate en el sofá y entrarás en la noche más canalla...

Repito que el humor es algo muy personal. Estoy seguro que a muchos de vosotros no les va a hacer ninguna gracia pero no he podido evitar meterlo en esta entrada.

“Jazz y chistes”. La pena, al menos para mi, es que sólo se hizo un capítulo.

 

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Y si no te gusta el Jazz, y te repugnan los chistes malos, aquí tienes un poco de música. Esta canción, como decían en la publicidad de los setenta, es una gentileza de Amaia.

Anímate y haz lo mismo. Mi correo está arriba a la izquierda. Es gratis.

 

 

 

Y esta otra me la envía, como amablemente hace en casi todas las entradas, Le Robert. Un amigo que jugaba al fútbol de portero y paraba hasta los goles de su equipo…

 

 

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Y la poesía es de Jesús. Toda suya. 

 

Verano.

 

Dejadme que os hable de la fuerza,

de la pasión que no conoce límites,

de esta plenitud sin sombra

que es el corazón latiendo vida:

es el verano,

y son los veinte años

que se abren paso construyendo el mundo

con una historia nueva cada día,

derribando noches a fuerza de palabras entre amigos,

                    quizás al borde del mar

                    o en una plaza antigua,

                    o en una casa que no es la nuestra.

Es el verano

y es la luz

que impregna cada cosa con una vida nueva,

como si fuera imposible la muerte,

como si no existiera distancia entre la realidad

y el deseo,

como si cada cosa fuera el centro del mundo

y el porvenir fuera el presente.

Es el verano

y es la vida

que se manifiesta a cada paso

y en cada objeto,

voluminosa, redonda, sin fisuras,

llenándolo todo,

orgullosa de sí misma

e inconsciente.

Es el verano

y es el ritmo,

la forma de fluir el tiempo en cada gesto,

el modo en que desplazamos la mirada por los cuerpos,

la manera en que una y otra vez la piel

nos dice que está viva

y nos manifiesta esa propensión al hedonismo.

 

El ritmo, la luz, la vida,

los veinte años:

la plenitud sin sombra.

 

 

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Creo que ya os he comentado que he vuelto al trabajo. Nadine me lo recuerda con algunas viñetas ad hoc...

 

 

 

 

Antes de terminar deciros que mi madre, los recuerdos que no recuerdo, me los hace recordar. Y me acaba de decir que al bautizarme me caí de cabeza en la pila. Esta claro que lo del agua me viene de lejos.

 

 

 

 

Y como decían Tip y Coll, la semana que viene hablaremos del gobierno. De momento un chiste para abrir boca:

 

_¿A que no sabes como le llaman a Rajoy en Galicia?

_¿?

_ De todo. Le llaman de todo. Como en todas partes…

 

 

 

Tema: NECESITARÁ UN BARCO MÁS GRANDE...

Animalillos

Maite J | 15.10.2012

Discúlpenme vuesas mercedes...a ver, que yo me entere, la cosa va de animalillos ¿no?, vale...pues qué me dicen de Piraña o La marabunta o Los Pájaros o Aracnofobia...vamos que, no me negarán que todas éstas son a Tiburón lo que la pinza a la cera para depilar las piernas...diooosssssss....TERRORÍFICAS!!!
Una joya Tiburón, y la frase del final, "Sonríe hijo de putaaaa...!", memorable.

roces

zinkillo | 14.10.2012

tan sólo el roce de un alga , de algo en la orilla a menos de un metro, mespanta y busco al devorador junto a mí...

Confieso

amaia | 13.10.2012

Para mi, para mi amiga Espe para muchos de mis amigos el mar nunca ha sido lo mismo.
Y lo que más pavor me da es ver lo influenciables que somos!!

Mi orca

Nerea | 12.10.2012

Respeto a tu tiburón, pero mi película de terror animal, siempre será Orca, la ballena asesina. Sólo en un punto ganaría Spilberg y es en el de suspense... Tiburón hasta podía ser bueno como el amanerado y entrañable escualo de la película El espantatiburones, pero la naturaleza de mi orca parece ya de forma explícita en la aposición de su título :LA BALLENA ASESINA

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