MUSAS DE AQUÍ Y ALLÁ.

30.09.2012 02:18

 

Hoy, como muchos otros muchos días, la entrada me la hacen varios amigos. Es la ventaja de que las musas se muden a otras casas mucho más amuebladas.

De momento Jesús me presta el poema. La opinión inicial es suya y la sección que nombra también. Si quieres más su blog está siempre abierto y las musas que allí moran no son tan vagas como las que me han tocado.

https://tertuliaspoeticas.blogspot.com.es/

 

GIL DE BIEDMA

En esta sección de Los que más me gustan coloco hoy —en mi opinión— uno de los mejores poemas de uno de los mejores poetas de la generación del medio siglo.
 

CONTRA JAIME GIL DE BIEDMA

 

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco…
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

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La música como siempre, o casi siempre, la pone “Le Robert”. Acepta sugerencias y sus honorarios son francamente baratos. Os paso con él:

 

Esta vez un poco de mi querido calamaro (Amaia encantada ) y algo de electrónica furiosa . Espero que guste…

 

 

 

 

Y siguiendo con el “fusilamiento” de contenidos ajenos, he bajado un escalón en mi desvergüenza. Ya copio hasta correos. Tal cual. Sin trampa ni cartón. Este como podéis ver me lo manda “El señor “Alf” que le gusta el fútbol”. A ver si cunde el ejemplo y ya me puedo permitir que el blog funcione solo...

 

Iba a despotricar del PP y de su RTVE, de las no-renovaciones, de los "cambios" en la parrilla y de los fichajes de Bertín Osborne (sí, sí) y de Edurne Uriarte (catedrática de Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos, columnista en ABC y colaboradora de Intereconomía y la Cadena Cope, sí... pero además, mujer del ministro Wert).

 

Al final he pensado que sería mejor poner un enlace de Leo Harlem, haciendo un resumen de nuestra relación con el alcohol:

 

Mucho mejor.

¡Ande vaparar!

 

Salud.

Alf

 

Y para que no se me acuse de ser vago, que lo soy, y a mucha honra, un mini relato muy mini.

 

Tenía delante de mí las dos piernas, un brazo, la cabeza, un matojo de pelos morenos y una brillante metralleta azul.

No quería hacerlo, a pesar de que cuando cogí el cuchillo, sin que él se enterase, me miró con aquella odiosa cara que ponía cuando sabía lo que iba a hacer.

Ahora, cuando noto el salobre sabor de mis lágrimas, sé que él lo deseaba, deseaba que lo hiciera para que el castigo, mi doloroso castigo, le compensase el dolor que le iba a infligir.

Empecé rasgando la cabeza, metí el cuchillo, uno largo y puntiagudo que nunca me dejaban usar y de un tirón la desgarré, luego corté lentamente, saboreando el momento,  un  moreno mechón de pelos y cuando empecé a desgajar el tronco pensé que quizás, con un poco de suerte, mi hermano no echaría de menos su Madelmán hasta después de la merienda y mi madre no me castigaría sin el dulce chocolate.

 

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Y como decían Tip y Coll el próximo día hablaremos del Gobierno, de “Tiburón”, y de “Jazz y chistes”.